La creatividad en las empresas no es una moda, es una necesidad.

Cómo definiríamos a una persona creativa? Es aquella persona que es capaz de encontrar diferentes maneras de ver y hacer las cosas, que no se limita a lo conocido que se atreve a probar y se plantea continuamente, ¿Por qué esto y no aquello? Tiene muchos interrogantes, no censura a priori y está abierta a descubrir, a ir más allá de lo aprendido.

La persona creativa se cuestiona constantemente las cosas que percibe. La curiosidad ante la vida en todos sus aspectos, es el secreto de la gente muy creativa.

Todos llevamos en nuestro interior alguna semilla que, bien regada, puede llegar a germinar y hacer crecer un frondoso árbol de creatividad e innovación. Por tanto, es fundamental conocerse muy bien y saber cuáles son nuestros puntos fuertes, lo que realmente nos gusta y nos apasiona. Generalmente nuestras aptitudes coinciden con lo que nos apasiona.

Las personas creativas suelen estar siempre inmersas en una dinámica de enriquecimiento personal, son inquietas por naturaleza y tienen la capacidad y la soltura para encontrar fórmulas diferentes para hacer las cosas y así son las personas que necesitan actualmente las organizaciones para asegurar su continuidad.

Si siempre hacemos lo mismo obtendremos los mismos resultados de siempre.

La creatividad no tiene porqué ser una posesión privilegiada de alguien. En una empresa realmente inteligente y creativa, la creatividad se expande por todas partes.

En la mayoría de las empresas el recién incorporado que sólo lleva unos días trabajando, empieza a observar y aportar ideas nuevas y sugiere cambios. Al poco tiempo encuentra barreras frente a su actitud, hasta que al final se da cuenta de que debe limitarse a hacer su trabajo sin sugerir mejoras a sus jefes o a sus compañeros porqué empezaría con mal pie; al cabo de unos meses esta persona se “normaliza“, mientras que a los demás les hace gracia porque, empezó con mucha ilusión pero, “ya se le ha pasado”. Esto representa el espectáculo cotidiano de la miseria humana.

Las personas están cada vez más preparadas e incluso estarán en mejores condiciones de poder elegir las organizaciones en las que quieren colaborar: empresas en las que se sienten a gusto, empresas que contribuyan a su desarrollo personal y profesional, entornos en los que puedan aportar algo. Esto forzará a las empresas a entrar en otra dinámica, deberán considerar y replantearse muchas estructuras.

Las personas que se incorporan a un nuevo puesto de trabajo tienen una perspectiva sobre la empresa muy valiosa. Son capaces de captar aspectos que los que están dentro no ven. Sería una práctica muy recomendable preguntar a los “novatos” al cabo de un par de semanas, cómo perciben la empresa, que les ha llamado la atención, qué cambiarían, etc.

El cambio produce miedo porque las empresas han fabricado personas miedosas, incapaces de cuestionarse la realidad. La excepción se produce cuando un directivo es capaz de vender realmente la idea de una cambio, y consigue que todo el mundo lo apruebe y lo siga.

El liderazgo creativo es la base de todo. Sería muy interesante que los empresarios dedicasen seis meses de su vida a leer todo lo que encuentre referente a la creatividad e innovación.

El tipo de liderazgo que exige la empresa actual combina los dos creatividad e innovación. El directivo intuitivo es ese líder que entiende el rendimiento eficaz  como un proceso y una dinámica colectivos, aquel que apuesta por el trabajo en equipo dentro de un marco de gestión participativa y, por encima de todo, es el que busca la eficacia profesional potenciando toda la dimensión humana.

Es fundamental que en las empresas haya una sistemática de trabajo creativo; de esa forma el proceso llega a convertirse en automático, la gente trabaja con ideas sin darse cuenta. Pero hay que respetar unos principios básicos: aceptación mutua, tener tiempo para pensar, suspensión de los juicios de valor… ¿Quién mejor que la persona que hace cada día lo mismo para ver cómo se puede mejorar?.

La creatividad se define como la capacidad humana para generar ideas, para generar muchas ideas, después se escogen las más adecuadas para un determinado proyecto. Cuando estas ideas, al final del proceso se convierten en algo concreto, que además es percibido como original y de éxito, podemos hablar de innovación.

Podríamos resumirlo diciendo que la innovación es la implantación con éxito de una idea creativa. La creatividad y la innovación son verdaderos motores de progreso.

También es importante puntualizar que innovación no es sinónimo de innovación tecnológica.

Un buen ejemplo podría ser una emisora de radio. Aunque depende en buena medida de la tecnología, serán en cualquier caso los contenidos de los programas los que atraerán a los oyentes.

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