Ha llegado el momento de invertir en África y América Latina, cada vez hay más democracias, menos corrupción, más seguridad y mejores condiciones económicas.
El problema es que estas noticias no las leemos porque no consumimos buenas noticias. El pesimismo tiene mejor prensa.
Víctor M. Amela, nacido en Terrassa-Barcelona, actor, humorista, humanista y optimista global: dice “muchas cosas no van bien, pero como especie no cesamos de mejorar” El vaso no es que esté medio lleno o medio vacío, el hecho es que sigue por debajo de la mitad…, ¡pero está llenándose, y no deja de llenarse más y más! Cierto es que siguen habiendo guerras pero menos que en el pasado. El pesimista es una persona mal informada! El pesimista es un sentimental que se deja llevar por una emoción negativa, sin reflexionar. El optimista, en cambio, es analítico: analiza los datos y ve que la realidad es favorable, que el conjunto es positivo.

El planeta alberga cada vez a más humanos en los últimos 200 años hemos cuadruplicado la población mundial, ¡y aún así la proporción de los bien alimentados crece! Frenemos la superpoblación, y pronto habrá alimento de sobra para todos.

Los valores no dejan de crecer! ¿No somos más demócratas? Hace 34 años no había democracia en España…  ¿y los derechos humanos? Aprobados hace 60 años, son más jóvenes que Mick Jagger: ¡han supuesto un colosal incremento de valores! ¿No es motivo para ser optimista?

Hemos acabado con la explotación infantil en muchas partes del mundo. Protegemos los derechos de la mujer. Aquí la educación es pública y universal. ¡Son principios que no conocían nuestros abuelos! Aceptemos que ser pesimista es bastante infundado.

Hay enfermedades, cáncer, muerte… Sí, la vida es dura, pero paliamos cada día más dolencias. Antes encerrábamos o quemábamos a los locos, ahora los curamos.

Hay cambio climático… Siempre lo hubo, pero ahora estamos reaccionando. Disponemos de toda la tecnología para generar energía renovable y para reciclar todo al 100%.

De todos modos, la responsabilidad  es de cada uno de nosotros, aunque un periódico destacase en portada una buena noticia, los lectores la pasaríamos por alto, porque nos deja más huella lo trágico, lo negativo. Te impactará más leer… «mil muertos más por terrorismo que mil muertos menos en accidentes de carretera».
Ser optimista es la apuesta difícil, incómoda: la cómoda y facilona es ir de pesimista! … Al pesimista le ven con aura intelectual, de rigor crítico. Y al optimista con halo de bobo del que burlarse. ¡Ya basta de eso!
El pesimista no es el que sabe ver los problemas, ¡es sólo el que no sabe ver las soluciones a los problemas!

Al final, el tiempo y la historia acaban dando la razón más al optimista que al pesimista. Victor M. Amela dice…¡Proclamo que ha llegado la hora de que los optimistas empecemos a morder fuerte!
Obama ha desbloqueado la investigación con células madre que Bush vetó: ¡vendrán avances fabulosos para la humanidad! Viviremos más años y más sanos. Nos imponemos a la cruel y despiadada naturaleza: lo natural del ser humano primitivo era ser depredado en cuanto empezaba a envejecer un poco… Ha sido lo artificial lo que nos ha salvado y nos ha humanizado. ¡La cultura humana es artificio, al cabo!

Pero nos encanta la naturaleza para domeñarla: si tan maravillosa fuese, preferiríamos vivir en cuevas. Y no es así ¿verdad? Hasta me alegro de tener tele.
Hay mucho naturalista de osito de peluche… Pero lo cierto es que siendo animal ni sabes que existes, y matas a tus crías, y te despedazas… Y hemos sido los humanos los que hemos saltado a la conciencia, los que hemos inventado el pacifismo… y los que vamos a mejor. ¡Viva el ser humano!

 

 

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