El físico y escritor Felix Torán ha escrito El tiempo en tus manos, una guía para gestionar bien el tiempo. «Deje de trabajar para el tiempo – dice-, y el tiempo trabajará para usted». En sus propias palabras nos cuenta la importancia del tiempo, del valor del mismo y nos hace reflexionar sobre la gestion de nuestro propio tiempo.

Nos pasamos el día creando causas que van en contra de nuestra propia felicidad y que al final se anclan en el subconsciente convirtiéndose en resistencias que operan continuamente.
Ese mantra nos programa precisamente para eso. No lo repita más y aprenda a gestionar el tiempo. Separando lo importante de lo no importante. La mayoría no sabe hacerlo porque no tiene un criterio para ello.

Saber dónde queremos llegar, cuál es nuestra visión y nuestra misión en la vida, de la que se derivan valores y metas. Todo lo que vaya a favor de eso es importante; lo que nos separe de ello es un ladrón de tiempo.
Puede ser una persona, una tarea, una situación. Cada persona tiene sus ladrones de tiempo, pero hay algunos muy extendidos, como las interrupciones, reuniones y llamadas no deseadas, el desorden, la multitarea.

La visión es el propósito en la vida, en qué queremos convertirnos a largo plazo. El hecho de ponerlo por escrito nos cambia la vida, nos da un marco de referencia; si no, nos pasamos la vida en prueba y error.
Como mínimo es la de ser feliz. Se trata de un proceso de autodescubrimiento. Hay que cuestionarse tres cosas: quién soy, cuáles son mis talentos, qué voy a hacer con ellos y a quiénes voy a dirigirme. Si no sabemos por qué hacemos lo que hacemos, perdemos la motivación.
Mucha gente vive en el mundo de lo urgente y hace cosas que no son importantes para ellos, sino para otros, y encima eso les produce estrés. Hay que salir de esa zona. Estar ocupado no es malo, siempre y cuando estemos hablando de trabajo y no de esfuerzo.
Si lo que haces está alineado con tu misión y disfrutas haciéndolo, puedes estar muy ocupado, pero no agotado.
Dedique un tiempo a cada tarea y huya de la procrastinación. Significa dejar para más tarde. Yo soy partidario del hágalo ya. En el momento en que se te ocurre una idea, el universo entero está en la mejor configuración para que la pongas en marcha. Si estás inspirado la acción fluye sola, parece que todo encaja.
Son personas proactivas: no esperan que las cosas pasen, sino que hacen que las cosas pasen. En el universo rige la ley de causa y efecto: toda causa da lugar a un efecto.

Por tanto, si yo no hago nada nuevo, nada nuevo va a pasar. Si quieres conseguir algo, debes considerarlo un efecto y así empezar a crear las causas. La persona reactiva espera que las cosas pasen mágicamente.
El cóctel de la buena gestión del tiempo consiste en cuatro partes de disciplina y una de improvisación. Y hay que conocer el concepto del tiempo, saber que existe el tiempo verdadero y el falso.
El tiempo verdadero es el instante presente; el falso tiempo necesita de la mente (programar tareas, recordar…), muy útil, pero si nos excedemos deriva en estrés y enfermedad. En cambio, la conexión con el instante presente la usamos muy poco y es lo que nos hace felices y productivos.
El súmmum de la gestión del tiempo es la atención plena, cualidad milenaria que nos permite estar en contacto con el presente incluso usando la mente. Otro aspecto esencial es gestionar bien la energía.
Hemos de ser conscientes de cómo fluctúa nuestra energía durante el día para dedicar a las tareas importantes nuestros momentos de máxima energía.
La concentración es otro punto importante. Es una cualidad que se desarrolla mediante la meditación. Si aprendemos a concentrarnos en la respiración, desarrollamos la capacidad de no dejarnos llevar por distracciones. Y no hay que olvidar nuestro personal departamento de ayuda: el subconsciente.
Si somos capaces de crear una imagen mental clara de lo que queremos lograr y lo asociamos a emociones (que ayudan a que el contenido se grabe con más fuerza), empezaremos a percibir las oportunidades. Pero es fundamental eliminar las creencias limitantes («yo no valgo…, no merezco…»), que operan sin que seamos conscientes.
Escriba en un papel su objetivo (por el que ya estamos luchando, aquí no hay magia) y hágalo de manera correcta (en presente, en voz activa). «Quiero encontrar trabajo» implica carencia; escriba: «Encuentro trabajo», imagine que ya lo tiene. Y aprenda a leer en su cuerpo, en sus sensaciones, porque es como se expresa el subconsciente.

Fuente: La vanguardia

 

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